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Traducción bíblica utilizada: Nueva Biblia de las Américas
"Nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza. Y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado" (Romanos 5:3-5).
¿Quién es capaz de gloriarse en las tribulaciones? La mayoría de nosotros correría kilómetros para escapar de ellas. Sin embargo, si conocemos la gracia en la que estamos firmes; si el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado; y si sabemos que Dios conoce el final desde el principio de nuestras tribulaciones, entonces podemos gloriarnos en ellas. Aquel que nos ama tiene el control supremo de todas las cosas; y si es así, ¿qué más podemos decir? «Bueno», razonamos, «si él permite la tribulación, debe ser para nuestro bien y bendición, y en vista de lo que está por venir». Por lo tanto, la atravesaremos con él.
´Alguien ha definido la tribulación de la siguiente manera:
¨«La palabra tribulación deriva del latín tribulum, que era el instrumento utilizado para trillar, una tabla que los agricultores utilizaban para separar el grano de la paja. La tribulatio, en su significado primario, indicaba el acto de separación del grano de la paja. Algún escritor latino de la iglesia cristiana acuñó la palabra e imagen para presentar una verdad más elevada: el dolor, la angustia y la adversidad son los instrumentos que Dios ha designado para separar de los hombres todo aquello que es liviano, trivial y carente de lo sólido y verdadero. En esencia, la tribulación tiene el propósito de separar la paja del trigo». [1]
Nada nos alienta más que pensar que la tribulación nos libera de lo que no es importante (la paja) para que lo esencial (el trigo) permanezca. Evidentemente, este proceso es necesario, así que no debemos temer. Si estamos en las manos de Dios, no perderemos nada durante la tribulación porque él tiene todo bajo control. Como dice Amós 9:9: "Sin que caiga ni un grano en tierra".
Así como se templa el acero, la tribulación pone a prueba el temple del alma, y aún más, la fortalece y la hace más resistente. "Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman" (Santiago 1:12).
“La tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza”. Al soportar la tribulación, aprendemos acerca de nosotros mismos y de cómo Dios opera en nuestras vidas. Al someternos a su voluntad en medio de la tribulación, él derrama su gracia en nuestras almas. Además, comenzamos a ver el fin que Dios tiene en mente. A diferencia del pobre Job, quien no conocía el propósito de su tribulación, nosotros que hemos oído de su paciencia (véase Santiago. 5:11), podemos ver el propósito final de Dios. Él no nos mantiene en la ignorancia sobre nuestro destino. Dios nos ha predestinado para "ser hechos conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos" (Romanos 8:29).
La tribulación purifica el alma de la mundanalidad; genera que las cosas invisibles y eternas se vuelvan más reales para nosotros; y fortalece la esperanza. Nuestra esperanza no nos defraudará, porque conocemos aquel amor que nos ha prometido y preparado la gloria que está por venir. Esto nos es asegurado por el Espíritu que mora en nosotros, quien es la garantía de aquella gloria por venir (véase 2 Corintios 1:22 y Efesios 1:14), y quien hace que el amor de Dios sea real en nosotros en medio de las tribulaciones actuales.
En realidad, la esperanza subyace en gozarnos en la tribulación: la meta se vuelve cada vez más grandiosa a nuestra vista y medimos lo inmediato a la luz de ello. Esto es lo que Pablo quiso decir cuando escribió: "Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven. Porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas" (2 Corintios 4:17-18). Si no poseemos la esperanza que despierta la fe en nuestros corazones, entonces no podríamos gozarnos en las tribulaciones. Atravesar las tribulaciones sin tener esperanza sería una experiencia miserable. La fe, la esperanza y el amor van de la mano, crecen y se desarrollan en el alma mientras atravesamos la tribulación en compañía de Dios.
La esperanza cristiana, a diferencia de la esperanza humana, no se marchita ni perece ante el soplo de la muerte, sino que está dirigida hacia Dios y su Palabra. Es una esperanza segura y firme, pues posee un anclaje firme y sólido (véase Hebreos 6:19). La palabra "esperanza" a menudo se asocia con incertidumbre en el lenguaje humano. Esto se debe a que las esperanzas humanas suelen terminar en desilusiones. Sin embargo, aunque sea algo que el cristiano aún no posee, su esperanza está garantizada por la inmutable Palabra de Dios. Como hijos de Dios, somos herederos de Dios y coherederos juntamente con Cristo, y los herederos son quienes deben entrar en la herencia. Mientras tanto, sabemos que todas las cosas, cada golpe del tribulum, operan juntas en los tratos de Dios para con nosotros y que lo hacen para nuestro bien. Así como tenemos la certeza de que seremos conformados a la imagen del Hijo de Dios, podemos tener la confianza de que todas las cosas operan para conformarnos moralmente a Cristo en este tiempo presente, mientras esperamos la gloriosa consumación de sus propósitos. Cada prueba que enfrentamos zarandea la paja para que quede solo el grano. También podemos utilizar la imagen de un escultor y decir que, a medida que la piedra se va desgastando, va apareciendo la imagen que el escultor tiene en su mente.
Meditemos más acerca de las glorias venideras, y cantemos más acerca de ellas, y dirijamos la atención de nuestros hermanos en el Señor hacia ellas. Despegando la vista de las cosas temporales, y poniendo nuestros ojos en Jesús, el Autor y Consumador de la fe (Hebreos 12:1-3).
J. T. Mawson
[1] R.C.Trench, “Study of Words”
Traducido con permiso de https://juengerschaft.org/ .
Título original «Who glories in tribulation»
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