En la primera parte hablamos acerca de como afecta la participación política al llamamiento celestial del creyente. Esa es la base del asunto que venimos tratando y nos debería bastar con comprender esto para no involucrarnos, ya sea pasiva como activamente, en la política de este mundo. Pues somos de otra patria — la celestial.
A esto añadimos algo más: la obediencia parcial es completa desobediencia y rebelión contra Dios. ¿Por qué digo esto? Pues algunos, justificándose, proponen que es bueno ser activos políticamente debido a las oscuras políticas de este mundo y como afectan al «cristianismo»; que no debemos ser tan extremistas, que su comportamiento se justifica porque se persigue un «bien mejor». ¡Qué vano engaño de Satanás!
Veamos el ejemplo más contundente que nos da la Palabra acerca de esto: Saúl. Los invito a leer 1 Samuel 15:1-35. ¿Qué vemos allí? Vemos dos puntos de vista diferentes sobre un mismo acto: "Saúl le dijo:...yo he cumplido la palabra de Jehová" (v. 13); "Dijo Samuel: ¿Por qué...has hecho lo malo ante los ojos de Jehová?" (v. 16, 19). Saúl pensó que su conducta era apropiada, pensó que dejar con vida a Agag rey de Amalec, y además traer botín de ovejas y vacas para ofrecer sacrificios a Jehová era una muy buena idea. ¿Que pensó Dios? "Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios" (v. 22). El mandamiento era claro: "Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye TODO lo que tiene, y no te apiades de él" (v. 3). Ninguna condición ni circunstancia puede remover lo que el Señor nos demanda: "Os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados" (Efesios 4:1). Meditemos en esto, si obedecemos parcialmente, entonces estamos desobedeciendo abiertamente. A esta actitud Dios la llama "rebelión" y "obstinación" (v. 22b). De la misma manera, nosotros debemos vivir en separación y juzgar completamente a Amalec (figura de «la carne» en el creyente) ¿y hay algo más carnal que el activismo político?
¿Queremos afectar al mundo (para bien) por medio de nuestro cristianismo? Los grandes héroes de la fe afectaron al mundo por medio de su fe, devoción, y, por sobre todo, su separación del mundo.
Para cerrar ya el tema expresado en la Primera Parte, citamos acá las palabras de un reconocido siervo del Señor del siglo XIX:
«Todos dicen que un cristiano, al ser ciudadano de un país en particular, debe interesarse en el gobierno de aquel país al cual pertenece, y debe votar, para así ayudar a poner buenos hombres en el poder. Sin embargo, Dios dice otra cosa; Él me dice (de muchas partes y de diversas formas) que, como Su hijo, no soy ciudadano de ningún país, ni miembro de una sociedad en particular; mi ciudadanía está en los cielos y desde el momento que creí tengo que ver con las cosas celestiales; la cruz de Cristo me crucificó al mundo, y el mundo a mí; si entrego mi mente y mi corazón a tales cosas terrenales, entonces seré un enemigo de la cruz de Cristo. "No os conforméis a este mundo". Entonces, ¿qué hacemos con los gobiernos? Someternos a ellos ya que Dios los estableció; y cuando nos imponen impuestos, paguémoslos; y oremos a Dios por aquellos que están en eminencia. Por lo tanto, lo único que el cristiano tiene que hacer con la política es someterse a los poderes establecidos sobre él, no solo por la ira (cf. Ro. 13:4), sino también por conciencia. Es cierto que el cristiano es heredero de todas las cosas en Cristo, incluso de la tierra en la cual hoy en día opera un sistema mundano, sin embargo (como Abraham en la tierra de Canaan) Dios no lo hace mirar a una herencia presente, "el justo por la fe vivirá". Entonces, si el hijo de Dios rehusa votar, no es porque piense que el hecho de votar en sí mismo se algo erróneo, sino que su voto y su interés se lo ha dado al Hombre que está en los cielos, a quien Dios exaltó como Rey de reyes y Señor de señores. El creyente perdió el interés en esas cosas, en virtud de algo que encontró y que es muchísimo más atractivo. Él también ve que el mundo, en espíritu y esencia, es impío, que sus orgullosas reformas y avances solo tienden a dejar fuera a Dios del corazón del hombre. Él desea permanecer como testigo de la verdad y de Dios, y del juicio venidero, en la aparición de Cristo, cuando todos los hombres se estén felicitando mutuamente por la aparente paz y seguridad que habrán conseguido. Él desea que, por estos medios, otros puedan aprender a escapar de los engaños que Satanás utiliza para atrapar a la gran masa de la humanidad». J. N. Darby.
La soberanía de Dios en los gobiernos de la tierra
Dicho esto, el siguiente aspecto que me gustaría abarcar es el de la soberanía de Dios. ¿Realmente un cristiano es capaz de pensar que su voto o participación política puede cambiar las cosas? ¿Acaso Dios no tiene propósitos para con este mundo? ¿No nos ha revelado Dios cual será el final de las políticas de este mundo?
¿Qué nos dice Dios en su Palabra? "Que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien Él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres" (Daniel 4:17). Este solo versículo basta para demostrar que Dios da los gobiernos de la tierra a quién Él quiere. Oímos por ahí decir: «Hay que votar por este para que no salga este otro, pues es un inmoral y mentiroso», y ahí mismo retumban las letras de la Sagrada Escritura: "Constituye sobre él (el reino de los hombres) al más bajo de los hombres"; si ese es su propósito, ¿seremos tan rebeldes como para contradecirlo? Hermanos, todo está en Sus benditas manos. Oímos a otros decir: «Hay que votar por este porque es el único que no está a favor de las leyes inmorales que los otros pretenden promulgar», ahí mismo oímos al Señor decir: "a quién Él quiere lo da (el gobierno de los hombres)". ¿Nos creeremos más sabios que nuestro Dios? ¿Acaso Él no sabe lo que acontece en el reino de los hombres? Él te dice: "Esto lo he hecho Yo" (1 Reyes 12:24). ¿Dudaremos de Sus propósitos? ¡No lo permita Dios!
Todos sabemos cual será el resultado final de las políticas de este mundo. Dios no ha escondido de nuestra vista "las cosas que deben suceder pronto" (Apocalipsis 1:1). Él nos guardará "de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra" (Apocalipsis 3:10), esto nos lo reveló para que desde ya vivamos en separación de este presente mundo malo — esto incluye la participación en la política, pues, esencialmente, la "hora de la prueba" está constituida por grandes movimientos políticos.
Su soberana voluntad permite que hoy el gobierno esté en manos de las naciones (no sin que Él lo permita), pero pronto juzgará "al mundo con justicia, por aquel Varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos" (Hechos 17:31), y cuando llegué aquel día, todo el poder político (sea cual sea, derecha, izquierda, comunismo, socialismo, etc...) se levantará "contra Su Ungido" (Salmo 2). Meditemos en esto último: Dios es soberano, Él sabe quién gobernará o no, porque Él lo quiso así. Además, todo tiende a los tiempos de la iniquidad y TODO poder político se corromperá. Por lo tanto, al participar en la política estamos vinculándonos ipso facto con aquellos que se levantarán contra nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Para cerrar esta sección citaré una vez más al mismo siervo de la viña del Señor:
«El cristiano sabe (por las Escrituras) del resultado de las políticas de este mundo, y al ser advertido de cosas que aún no se ven (cf. Hebreos 11:7), él se debe separar, ya sea en corazón o en acción, de todo aquello cuyos resultados serán tan tristes». (J. N. Darby, Estudios sobre Daniel, C. W. Vol. 5, pág. 124)
La política en la narrativa bíblica.
El mundo dice que la política nació en la antigua Grecia. Pero nosotros sabemos que la política nació del corazón que se apartó de Dios y que necesitaba «gobernarse» a sí mismo y «dominar» sobre el resto. La política está, en esencia, en las palabras de Satanás: "seréis como Dios" (Génesis 3:5), pues le da al hombre el pensamiento de que puede procurar su propio bien aparte de Dios.
Babel
El primer ejemplo de esto lo vemos en Génesis 11:1-9 (antes del diluvio vemos que Caín fue un líder político, y conocemos bien su historia, no necesitamos agregar más): Babel, cuyo líder fue Nimrod. ¿Cuál era el plan? "Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y HAGÁMONOS UN NOMBRE" (v. 3). ¿Cuál fue el resultado? Confusión. Desde ese momento, hasta el fin de los días, toda política mundana es «confusión». Dios ya declaró cual es su opinión sobre este tema, proclamó poderosamente su desaprobación a tales intenciones del corazón del hombre por medio de la confusión de las lenguas en Babel. De eso se trata, hacerse un nombre, llegar a ser "como dioses", pretender tener las soluciones a los problemas sociales y humanitarios fuera de Dios. ¡Cuánta vanidad!
El ejemplo de Abraham
"Entonces el rey de Sodoma dijo a Abram: Dame las personas, y toma para ti los bienes. Y respondió Abram al rey de Sodoma: He alzado mi mano a Jehová Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra, que desde un hilo hasta una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram" (Génesis 14:21-23)
Abram no tiene que ver nada con esto; esta es la primera guerra relatada en la Biblia y como cualquier guerra, su origen es puramente político. Abram sólo tiene parte con respecto a Lot, quien había sido llevado cautivo. Lot, en cambio, si se involucró, no sólo con la ciudad perversa donde vivía, sino con la política de esta, pues él se sentaba a la puerta (Génesis 19:1), lugar que ocupaban los principales de cada ciudad en la antigüedad, esto es confirmado abiertamente por la palabra (cf. Proverbios 31:23), ¡y cuanta desgracia le trajo esto!
El rey de Sodoma (ciudad ampliamente reconocida como perversa) se llamaba Bera, que significa "en el mal", y su posición de rey que quería quitarse el yugo de otro rey, nos habla que la maldad predominaba en esta lucha política entre dos bandos, dos «alianzas estratégicas», ¿Dónde hemos oído antes estas cosas?
Sin embargo, mi intención no es hablar de la maldad de los gobernantes sino de la posición que tomó Abram el hebreo (v. 13; el peregrino, es interesante considerar que aquí se le llama así a Abram, para hacernos notar que como peregrino no tenía porción en la lucha de poder de estos reyes). Abram no aceptó los bienes ganados de la guerra, no aceptó lo que el mundo hubiese considerado «justo», algunos dirían «se lo ganó legítimamente», sin embargo, él dijo: nada tomaré de todo lo que es tuyo" ¡Qué ejemplo para nuestras vidas! No debemos tomar ni participar en nada de este mundo,que está "en el mal", ¡cuanto menos la sucia política!
La palabra nos dice que Abraham "esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios" y que, junto a otros héroes de la fe confesaron "que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra" dando "a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad" (Hebreos 11:13-16). Todos estos "no recibieron lo prometido", y a nosotros Dios proveyó algo mejor (Hebreos 11:39-40), sin embargo, aunque nos han sido dadas más grandísimas promesas, ¡cuán lejos estamos del comportamiento de Abraham, separado para Dios!
En una tercera parte seguiremos considerando los ejemplos bíblicos, y llegaremos al momento mencionado en Apocalipsis 17 y 18, en donde el poder político se encuentra mezclado con la cristiandad profesante (teniendo esta última poder sobre la primera), y cuando esta última será echada y despreciada. ¡Qué profundidad de la admonición divina, todo esto sirve para nuestra separación del presente mundo malo!